"Más allá de la enseñanza, la formación de criterio e integridad; el Día Mundial de los Docentes se celebra cada 5 de octubre desde 1994 para conmemorar la Recomendación de la OIT y la UNESCO sobre la Situación del Personal Docente (1966)"
Mi paso por el Colegio Francés Hidalgo en la Ciudad de México estuvo marcado por la invaluable presencia de grandes docentes que, más que simples transmisores de conocimiento, se convirtieron en verdaderos mentores, los cuales me guiaron por el fascinante universo de la literatura, la ciencia y la historia, despertando en mí una pasión por el aprendizaje que perdura hasta el día de hoy.
Desde la primaria hasta la preparatoria, tuve la fortuna de encontrar maestros apasionados que despertaron en mí la curiosidad por la literatura, la ciencia y la historia.
Figuras como Ismael Tapia Díaz, fundador del Colegio Francés Hidalgo, quien, con su espíritu emprendedor y su maestría en las matemáticas, nos inspiró a alcanzar nuestro máximo potencial.
O Marco Antonio Pérez de los Reyes, un verdadero erudito y divulgador de la historia de México, que nos enseñó a cuestionar los mitos y a construir nuestro propio criterio con base en la verdad.
Recuerdo con especial cariño a un profesor de lógica y ética de la preparatoria que me enseñó una lección invaluable.
Tras una exposición que presenté, me señaló un error en la información que había compartido. Con la seguridad propia de la juventud, argumenté que la información provenía de un libro confiable. Su respuesta, en aquel lejano 1978 donde las fuentes de información se limitaban a libros impresos, me impactó: "¡El libro está mal!".
Ante mi desconcierto, cuestioné a mi profesor, cómo es que podría a partir de ahora, discernir la veracidad de la información en un mundo donde los libros eran considerados fuentes incuestionables de conocimiento. Con una sonrisa, me respondió: "Eso, señor Erdozáin, se llama criterio, el cual usted podrá desarrollar cuando lea muchos y diversos autores".
Esa experiencia me marcó profundamente y me enseñó la importancia de cultivar el pensamiento crítico y no dar nada por sentado.
Los grandes docentes, como aquel profesor de lógica y ética, no se limitan a impartir conocimientos. Su labor trasciende las aulas, formando personas íntegras, capaces de distinguir entre el bien y el mal, de analizar críticamente la información y de resolver los dilemas éticos que la vida presenta. Dilemas que, como bien sabemos, no tienen una solución única y que demandan una profunda reflexión fundamentada en la integridad.
La verdadera enseñanza va más allá de la memorización de datos, se trata de formar personas íntegras capaces de tomar decisiones responsables y construir un futuro mejor.
Los grandes docentes son aquellos que inspiran, que guían, que desafían a sus alumnos a pensar por sí mismos y a construir su propio camino con base en la verdad y la justicia. Su legado trasciende las aulas y perdura en la vida de sus estudiantes, quienes, a su vez, se convierten en agentes de cambio en la sociedad.
Más que un profesor, un mentor: la guía que marca la diferencia
En el mundo actual, donde la información fluye a raudales y la tecnología avanza a pasos agigantados, el rol del educador se redefine. Ya no basta con transmitir conocimientos, con ser un experto en la materia o seguir al pie de la letra el currículum. Hoy, más que nunca, necesitamos profesores que sean verdaderos mentores, guías que acompañen a sus estudiantes en el camino de la vida.
¿Qué distingue a un profesor mentor?
Un profesor mentor es aquel que va más allá de la enseñanza tradicional. Es quien se preocupa genuinamente por el desarrollo integral de sus alumnos, inspirándolos a crecer no solo académicamente, sino también como personas.
Claves para ser un mentor inspirador:
Cultivar la integridad, fomentando en los estudiantes la importancia de actuar con ética y moral, buscando siempre el bien común y la justicia. Ser un ejemplo vivo de estos valores.
Guiar en la búsqueda del propósito, ayudando a los alumnos a descubrir su pasión, su razón de ser, y alinear sus acciones con sus valores y aspiraciones.
Promover el bienestar integral, incentivando el cuidado de la salud física, emocional, mental y espiritual. Crear un ambiente de aprendizaje positivo y de apoyo.
Inspirar la contribución a la sociedad, motivando a los estudiantes a ser ciudadanos activos y comprometidos, que busquen dejar una huella positiva en su comunidad.
El impacto de un mentor:
Un mentor puede marcar la diferencia en la vida de un estudiante. Puede ser esa figura que inspire confianza, que motive a superar obstáculos, que despierte la curiosidad y el amor por el aprendizaje. Un mentor puede sembrar semillas que germinen en un futuro brillante, lleno de propósito y significado.
Ahora te invito a reflexionar por un momento:
¿Qué características tiene un profesor que recuerdas con especial cariño?
¿Cómo te ha impactado la guía de un mentor en tu vida?
¿Qué puedes hacer para ser un mentor para alguien más?
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